A nivel mundial, el cáncer constituye una de las principales causas de morbi-mortalidad. Ya lo era antes de la reciente pandemia de covid-19, pero el deterioro de los pacientes y el retraso en los diagnósticos ha empeorado la situación. Entre los cánceres más frecuentes actualmente, según la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer, se encuentran los de colon y recto, próstata, mama, pulmón y vejiga urinaria.
Las estimaciones a escala mundial indican que, lejos de ir a menos, el número de casos seguirá aumentando en las próximas dos décadas. A pesar de que los programas de prevención y detección precoz incrementarán enormemente la esperanza de vida de los pacientes, somos conscientes de que el manejo clínico deberá mejorar sensiblemente si queremos vencer la enfermedad.
La melatonina como anticancerígeno
La melatonina, una molécula bioactiva de origen natural conocida fundamentalmente por su papel regulador del ciclo sueño/vigilia y su actividad antioxidante, destaca también por sus importantes propiedades anticancerígenas. Numerosos datos experimentales evidencian que puede frenar la evolución del cáncer en distintas etapas del ciclo tumoral, desde la transformación celular inicial hasta la metástasis.
En concreto, la melatonina impide la división celular (antimitógeno) y la formación de nuevos vasos sanguíneos que nutran al cáncer (antiangiogénico). A lo que se suma que, dependiendo del tipo de tumor y de la dosis, bien per se o junto a otros fármacos usados en quimioterapia, tiene el potencial de prevenir la iniciación de tumores, y la capacidad terapéutica de retardar la progresión maligna y propagación metastásica.
Qué alimentos la contienen la melatonina
Hay una gran variedad de alimentos que contienen grandes dosis de melatonina, como son los huevos, los lácteos, las legumbres, los frutos secos y las frutas. Estos son ricos en triptófano.
Aún así, hay otros que también contienen cantidades de melatonina: nueces, plátano, tomates, cerezas, arroz, avena y maíz dulce.